
A inicios del año 1994, un grupo de jóvenes de Palma sorprendió a todos con su fórmula tan sencilla como efectiva: interpretar sus temas favoritos del pop-rock solo con la propia voz, sin ningún tipo de acompañamiento instrumental.
La fórmula no era nueva, de hecho los Estados Unidos de América, gracias a la influencia de los corazones de Góspel de las iglesias de los barrios negros y a la falta de recursos económicos de muchos músicos, surgieron numerosas formaciones vocales con pocos miembros que versionaban a cappella los éxitos pop del momento. Este movimiento inspiró al guionista, director y productor de cine Spike Lee para realizar la película «Do it a cappella» (1990).
Tres años después del estreno de «Do it a cappella», en el seno de un corazón de estudiantes de magisterio musical de la Universidad de las Islas Baleares con ganas de hacer cosas diferentes, esta película supuso una auténtica revolución que, en un momento de gran efervescencia creativa de estos jóvenes cantantes y músicos, provocó la curiosidad por la música a capella.